lunes, 20 de diciembre de 2010

Destello de Plata (13-12-2010)


Yo sólo recuerdo que dormía.
Tan sólo una brisa limpia y serena
que dibujaba en mí lo que más quería.
Tan sólo líneas en mi cabeza.
Yo, simplemente, descansaba.
Yo, sin saber ni tiempo ni lugar,
soñaba con grandes velas blancas
que surcaban las olas del ancho mar,
hacia más al oeste que el oeste.
Hacia tierras imperecederas.
Tierras sonrientes y cálidas,
que, sencillamente, me esperan.
Que invitan a la paz, sólo eso.
Existen sin necesitar estar.
Brillan como el alba, su luz pálida,
que invita a descansar, sólo eso.
Larga es la distancia que nos separa,
el aún más largo mar de las estrellas.
Y sigo, en sueños, admirando su belleza.
Sigo en ese mundo más allá de mi humilde cama,
ese lugar del que no quieres despertar,
ese lugar escondido entre la Luna y sus doncellas.
Así, sigo sin recordar,
tan sólo un atisbo lejano, nada más,
de un pasado cada segundo más distante.
No me importa ya que el reloj salte y salte.
Extrañamente, ya poco me puede preocupar.
Y, de pronto, despierto en pleno día,
como en una cálida mañana de primavera,
bajo un sol cariñoso y algunas nubes risueñas.
A mi alrededor, una agradable melodía me hizo su dueña.
Agua a ambos lados de una barca discurría,
que armoniosa abría paso a mi travesía.
Alzo la vista, hacia un hermoso horizonte,
Como un gran manto,
el mar se extiende en este precioso marco.
A los lados, dos rocas como montes,
que cortan, a modo de puerta,
la llegada a una bahía costera.
Una mano acaricia mi rostro, cansado, sin calma.
Es cálida y me llena de tranquilidad.
Vuelvo a alzar la vista, y veo, aliviado.
Su sonrisa me dice más que sus palabras.
Me dice que es la hora de mi descanso.
Sé que todo ha acabado ya.
La barca se mece suavemente sin cesar,
mientras atraviesa las aguas.
“Descansa”, me dice en un susurro,
“Ya ha terminado tu viaje más arduo”.
“Pronto, tus miedos desaparecerán
entre un mar de gotas de plateado cristal”.
“Pronto”, me sigue contando,
“dejarás de temer miedo”.
“Pronto verás que tus largos pasos,
van a tener su descanso, mar adentro”.
“Tranquilo, descansarás, este es ahora tu presente,
más al oeste que el oeste”.
No recuerdo
pero ya no importa.
Tan sólo espero
entre sus brazos,
mientras la brisa sopla,
y empuja esta vieja barca
hacia su merecida última marcha.
Atravieso la puerta del océano
que se abre ante mí.
No encuentro palabras, no sé qué sentir.
Como si fuese un ramo de muérdago,
el cielo cuelga sobre un camino
de motas de color platino.
“Tranquilo”, me susurra al oído,
“tan sólo duerme, estás agotado”.
“Pronto llegaremos”, me dijo,
“estás a salvo ya en mis brazos,
dormido”.
Sonrío, feliz al fin.
No lloro, ya nada extraño.
Blancas gaviotas me despiden al partir.
En el horizonte, una luz aparece,
tan bella como una sonrisa.
Allí voy, lo sé con creces.
Pronto, cuando llegue por fin la calma,
caminaré entre destellos de plata
más al oeste que el oeste.

Porque no merece la pena tener pena (09-11-10)


Ya la tormenta ha pasado
y puedo levantarme de debajo de la mesa,
lentamente, miro a ambos lados
y salgo corriendo de allí antes de que vuelva.
Corro cuesta arriba y cuesta abajo,
corro a través de calles y parques,
adelanto al viento, sigo sin reparos,
dejando mis pies atrás,
pero, ¿alguien sabe cómo puedo parar?
Ya es tarde para regresar,
tan sólo sigo corriendo,
ya es tarde para frenos,
mi velocidad ya lleva diez ceros,
¿seguro qué nadie sabe parar?
Esquivo multitud de charcos en el parque,
lágrimas y llantos los llenan,
¿por qué sólo lloras y te quejas?
Prefiero sonreír por nada importante
que llorar por todo.
Corro, mirando atrás
por si me siguen, por si acaso
a la tormenta le dé por regresar,
así, por si acaso, por si en el ocaso
tengo que sonreír en la oscuridad.
Mientras corro, recuerdo haber leído
en la prensa que se acercaba el otoño,
donde caen las hojas de los árboles,
pero no las lágrimas de todos,
los que acabarán por inundar Nápoles,
por pedir regalos en Navidad como críos.
Vaya, vaya, vaya marrón,
tantas caras largas por un simple corazón,
vaya, vaya, vaya día de locos
después de haber salido del manicomio.
Ilusos, aún creemos en Papá Noel, es obvio
que no sabemos vivir con el saco roto.
Mejor sigo con mi trote por la ciudad,
huyendo como nunca había huído,
no me tomes por un cobarde, en verdad
soy más valiente que los héroes de libro.
Que los pongan a ellos delante de mi realidad
y me digan si corro por puro capricho.
Ante un huracán
correr no es una opción.
Hazlo, o ve buscando sitio en el hospital,
o necesitarás mucha rehabilitación.
Así que, ante la duda,
mejor buscar otro camino,
en ocasiones de manera literal,
mejor que vivir medio ido
por tres botellas de más de pura culpa.
Corre, marcha, camina rápido
pero lárgate de aquí de una vez,
o acabarás siendo parte del adagio
al ser más iluso que podrás ver.
Por eso, yo estoy ya muy lejos,
más allá de cualquier nube gris,
más allá del amor y sus complejos,
más allá de cualquier lunes festivo de abril,
más allá de la palabra “más allá”.
Y es que lejos se queda corto.
Y mientras atravieso el horizonte, como poco,
ya nada ni nadie me puede detener,
se acabó, fin del juego, adiós a la tormenta
ya no te tengo más que temer,
se acabó, esta consola se quedó sin monedas.
Entonces, me digo en un salto, ¿por qué?
¿Por qué empecé con esta carrera casi eterna?
¿Por qué empecé a correr?
¿Por qué sin previo aviso, sin preguntar,
me busqué el tren que pasa más cerca,
pero que sólo lleva a ningún lugar?
Bueno, porque no merece la pena tener pena.

El Caminante de la Noche (16-01-2010)


"Lo más importante en esta vida no es el pasado, no es el futuro, sólo la infinitésima parte que es el presente y nuestra existencia, y lo que amemos en ella."
Cuando ves el último rayo del día
y ves la derrota en tu cara,
observas cómo se va lo que querías
la felicidad que una vez amaras.
Ves el fin, pero no quieres admitirlo,
ves la tristeza, pero no puedes llorar,
ves el dolor, ya puedes sentirlo,
ves el odio, como olas en la mar.
Ves tu destino colgado de un lienzo,
y sólo puedes mirarlo con pesar,
ya a nadie le importa lo que yo pienso
ya a nadie le interesa pasear.
Tu bandera es la única que ondea
en el llano de la amargura
todo a la mar, pues ya nada queda,
pues ya nada hay que dura.
Ni siquiera mis esfuerzos, mi dama,
valen para detener el avance del destino
para salvar la distancia entre el infinito
y el corazón de la mujer que se ama.
Ni siquiera el viento ni el mar
pueden decir algo en este entierro,
ni siquiera la muerte puede hablar
cuando mi tumba es de puro hierro.
Ni intentarlo bastó, ni llegué a nada,
ni el valor, ganó, ni el agua a la llama,
te quedaste en mi imaginación, junto a las hadas
y me quedé sin tu amor, mi amada.
Pronto caerá la fría noche sobre mí,
mi final llega y me hierve,
ojalá no me quedara así, sin ti,
pero, ya sabes, en el fondo, siempre algo se pierde…
¿Adivinas a qué sabe la verdad?
¿Adivinas a qué huele el dolor?
¿Adivinas qué es tener un puñal
en cada centímetro de tu corazón?
¿Crees que sólo tú sientes la derrota?
¿Crees que tu día está anocheciendo?
Cada uno puede tener el alma rota
y ni siquiera todavía está creciendo.
La noche se suma sobre los caídos
todo por jugárselo a un carta,
nunca fue lo debido,
nunca fue el sueño de la rana.
Huele la desesperación, siéntela
siente el verdadero dolor, y tiembla
adiós a la felicidad, quédatela
recoge lo que uno siembra.
Tu dolor es grande, no lo niego,
sólo digo que tú todavía estás a las puertas
todavía no has vivido en el miedo,
todavía no has caminado por la tierra muerta.
Y ahora, cuando camino a la oscuridad,
logro una lágrima llorar
una lágrima por ti, por tu bondad,
y por el amor al que no pude llegar.
Pero, ¿sabes, qué? No huiré,
yo haré frente a lo que me he buscado
me levantaré de mis cenizas, y lucharé,
porque, aún en el final, no he abandonado.
¿Y tú, lo mismo eres capaz de decir?
¿Has luchado, aun a saber que pierdes?
Ten el valor de hacer frente, y vivir,
te lo dice alguien que de la noche viene.


El Viajero que hablaba en verso (19-10-2010)


Cierto es que mucho tiempo ha pasado
desde que partí de mi hogar,
cuando el sol aún brillaba a mi lado,
cuando no sabía qué era llorar.
Cierto es que hace mucho empecé a andar
por un camino que no tenía retorno,
yo no buscaba nada, ni plata ni oro,
simplemente te quería olvidar.
Hice un viaje a través del mundo,
y visité lugares fuera de nuestros sueños,
conocí la pena y el hambre del moribundo,
pero yo siempre seguí el camino sin dueño.
Caminaba el viajero, solo y su guitarra,
que cuando le oías pasar,
siempre al hablar rimaba.
Cierto es, el camino fue de dementes,
jamás lo emprendí sabiendo sus penas,
pero te juro que prefiero dormir en la rivera
que tenerte una vez más en mi mente.
No lo dudes, sigues en mi corazón,
sigo soñando con verte a mi lado,
pero ya no podía soportar el dolor
de no poder tenerte entre mis brazos.
Así emprendí un largo viaje
que espero que me lleve a la lejanía,
tan lejos como una vez llegué a amarte,
tan lejos que no puedas escuchar
la melodía de mi peor día.
Pues caminaba el viajero, solo y su guitarra,
que cuando le oías pasar
siempre al hablar rimaba.
Mil y un vientos me han golpeado,
mil y un horizontes he pasado,
mas mil y un lágrimas he llorado
cada vez que miro atrás
y no estás a mi lado.
Rimo cada paso que doy,
recito cada lágrima que cae,
canto, por cada sitio que voy,
que ojalá nunca hubiera hecho este viaje.
Camino, y ya no me duele el andar,
escalo montañas, y no tengo miedo a caer,
atravieso la mar, porque sólo me importa que al final
puede que algún día te llegue a tener.
Y así caminaba el viajero, solo y su guitarra,
que cuando le oías pasar,
siempre al hablar rimaba.
Viajo para olvidarte,
pero camino para amarte,
deseo tu mirada
pero temo tus palabras.
Añoro tu risa,
pero me duele al oírla,
te quiero más allá de todo
y me odio por no contártelo a coro.
Y así, cierto es que el viaje
no termina en el horizonte,
sino que cada paso sin equipaje,
en verdad, cada uno, son montes.
Y así, viajero soy,
y así, lejos me voy,
pues, en verdad, no puedo dejar de quererte,
simplemente, esto, cierto es.

Lágrimas de un Héroe (02-06-2010)


Aún arrodillado y derrotado,
aún después de quebrar tu espada,
aún cuando nadie te ha perdonado
el héroe se levanta en la esplanada.
Nadie más luchará por el invierno,
ni tu esfuerzo caerá sin gritar
porque aún en las puertas del infierno7
el héroe no retrocede si luchar.
Tú, que has vivido mil desgracias,
tú, que has llorado en mil lápidas
aún en la derrota no pierdes tu gracia
pero la noche es más rápida.
Todos queremos ser ese luchador
que nos infunde respeto y valor
a aquellos que aún tienen honor
y no distinguen ningún color.
Pero aún así, el héroe es humano,
y siente la muerte como todos,
siente también dolor en su mano
al sostener la esperanza de no pocos.
Y al ser humano, también llora,
llora por su pérdida, por su querida,
porque ser un héroe tiene su honra
pero también un precio a su medida.
Sólo él se levanta entre los caídos,
sólo él se mantiene en pié, valiente,
nadie más luchara por los niños
ni por los pueblos ni sus gentes.
Lágrimas puras caen de su rostro
por ser el último que queda,
ojalá la vida fuese de otra manera
pero no nos queda otra en esta era.
Desea el héroe paz y amor,
pero no pueden concederle su deseo
porque el héroe ya no tiene corazón
al sacrificarlo por su mayor anhelo.
Y así corre el héroe al encuentro
de todo lo que más queremos,
él sólo, ante el mal de nuestros adentros
sólo está, ante el que más tememos.
Entre los páramos desolados,
entre el humo de la guerra,
entre los secos prados,
entre la más absoluta pena.
Y sus lágrimas caen por su rostro
buscando la paz del paraíso
cuyas puertas no tienen pomo,
y no abren a un simple crío.
Pero en su mirada el héroe renace,
y aún cuando en fango nos ahoguemos
su espada no quebrará en valde
y buscará la luz del último lucero.
En su final marcha,
el héroe corre de frente
ante un enemigo sin cara
que titánicamente crece.
Mas no sabe la definición
de la palabra rendición,
sólo conoce la lucha sin perdón
del corazón sin razón.
Amanece tras el combate,
y allí, en la tímida rivera,
yace nuestro héroe y su sable,
pues se va con las últimas estrellas.
Dándolo todo por su amada
ha caído en la refriega,
su infierno ya descansa
entre los brazos de la clara hierba.
La fresca agua baña su cuerpo
mientras, poco a poco, se va,
él supo desde el principio su final,
y ni el destino pudo detener su andar.
Y en las puertas del averno,
su último lágrima cruza su rostro,
como si fuera un frágil espejo
que sólo quisiera romperse en miles de trozos.
Así, entre la calma tras la tempestad
el héroe puede, por fin descansar.
Larga vida al héroe caído
aquel que nos gritó valor al oído.

Sonrisa sin Grilletes (23-09-10)


Amigo mío, hoy ya soy feliz,
amigo mío, hoy es el gran día
en el que desperté del sin vivir
que era la pesadilla que padecía.
Pues tras una larga tormenta,
el cielo amanece despejado
y mientras te envuelve una brisa fresca,
disfrutas viendo al sol recién levantado.
Puede que la batalla fuese cruel,
puede que mucho hayas perdido
entre los fuegos del amar sin ver,
sólo sintiendo que todo en lo que crees
se lo ha llevado el olvido.
Pero, aún así, hazme caso y sonríe,
porque, aunque no lo ves,
ya estás libre de tu propio crimen.
Han pasado siglos desde el final,
y tú sigues llorando por los caídos,
el pasado ahora muerto está,
y sólo el futuro te deparará algún destino.
Porque tú mismo eres tu carcelero,
sólo tú tienes la única llave
que abre la cárcel que te has impuesto,
esos grilletes que sabes que sí se abren.
Pero, aún así, hazme caso y sonríe,
porque, aunque no lo ves,
ya estás libre de tu propio crimen.
Amigo, vuelve a casa
que la guerra ya acabó.
Amigo, ya has alcanzado la senda más larga
y tras ella sólo había un roto corazón.
Pronto, amigo, pronto, dejarás de soñar
con aquellos días que nunca llegaron,
pronto, amigo, pronto, ya verás,
porque la guerra ya ha terminado.
Tira los grilletes al suelo
y vuela lejos de lo conocido,
cuando veas que no existe ningún consuelo,
te darás cuenta de lo estúpido que has sido.
Amigo, deja atrás tus sueños,
amigo, deja atrás tus miedos,
amigo, sólo así podrás dejar de quererlo,
sólo así dejarás a la dama de corazones.
Así, simple y llanamente,
sonríe sin preocupaciones,
ya da igual qué tengas en mente,
tú simplemente quítate los grilletes.

El Reino de las Nubes (19-09-10)


Las nubes pasan por el cielo,
aburridas, transitan tranquilas
sin preocupaciones, ni prisas,
para qué correr por el firmamento.
Tumbado en una verde colina,
observo el pasar del tiempo
mientras las nubes me miran
desde su despreocupado reino.
Quién daría lo que fuera
por ser libre y feliz
como aquellas almas sin penas
que viven sólo sabiendo reír.
Riendo entre los vientos,
sin patria, pero libres.
Riendo sobre los tormentos,
sin vida, pero felices.
Hasta la fresca hierba de la pradera
querría ser una nube tranquila,
yo las envidio, de veras,
quién por ser nube daría lo que fuera.
Ya sé que por mucho que lo pida
este deseo no va a cumplirse,
pero me gusta imaginar esa vida
en la que nada me impida reírme.
Y soñando con ser un alma sin grilletes,
pasa el tiempo por la humilde pradera,
a la vez, sopla una cálida brisa fresca,
a la vez, sonrío al sentir como la paz crece.
Riendo entre los vientos,
sin patria, pero libres.
Riendo sobre los tormentos,
sin vida, pero felices.
Ah, quién por ser nube daría lo que fuera,
me pregunto mientras no hago nada
más que respirar y sonreír,
para que luego digan que la felicidad sale cara,
simplemente, es que ya no saben qué decir,
simplemente, se han olvidado del cielo y su belleza.
Ah, qué aire más puro,
qué paz tan relajante,
quién necesita lujos
cuando tiene el campo delante.
¿No me canso de mostrar mi sonrisa?
En absoluto, merece la pena
callar un instante, y sin prisas,
escuchar las notas de la naturaleza.
Ah, quién por ser nube daría el mundo,
ah, quién por sonreír haría lo que sea.
Pues es más fácil tumbarse en la hierba
y como yo, inmerso en la tranquilidad,
reír como si una nube fuera.
Quién fuese una nube, ¿verdad?

Un Pasado sin Futuro (10-09-2010)


¿No te has cansado de llorar
por tanta pena que te ahoga?
Amigo, levanta tu alma
que tanto polvo le sobra
para sonreír un día más.
Da igual que no llegue la calma,
da igual que no seas capaz
de ver tus ojos en el espejo,
porque no puedes dejar de mirar
por un simple complejo.
¿Quién dice que debas abandonar?
Abre tus ojos, y despierta,
seca tus lágrimas, y levanta,
que un simple golpe no te pierda.
Suelta tu espada, para qué luchar
por un pasado que nunca llegó a existir,
por aquella tarde en la que nunca llegaste a sonreír.
Sé que lloras por aquella sonrisa sin dueño,
por aquellos ojos que nunca con amor te mirarán
por aquel beso de tus sueños
que nunca saldrá de tus deseos.
Basta ya de baladas rimar,
basta ya de aquella tortura
que cada hora era ver la realidad
sobre ese algún día que parece no llegar,
ese futuro en el que no habrá más dudas.
Aquel cerezo que ondeaba el viento
se lo llevó la tempestad de tu alma,
tan sólo queda unas flores en el suelo
que te recuerdan a aquella preciosa dama.
Y te agachas a coger el último pétalo seco
de lo que fue ese amor una vez,
y lloras por no haber estado más cuerdo
cuando la vistes marcharse al atardecer.
Pero debes dejar ese recuerdo
y no mirar atrás.
Debes mirar al horizonte
y jurar que no volverás a llorar
aunque ya no te sientas tan noble.
Aunque amanezca nublado,
debes sonreír sólo por estar vivo,
aunque el viento sea tu único aliado,
¿quién dice que debas abandonar?
Aunque no creas lo que escribo,
siempre te quedará reflexionar
sobre si merece la pena
vivir entre las sombras de tu propia guerra.
Los recuerdos jamás te dejarán,
no lo harán por mucho que llores,
están ahí, y ahí estarán
para poder aprender de nuestros errores.
Amigo, ¿quién dice que debas abandonar?
Mil y un formas hay de felicidad
o eso piensa de todo corazón
este poeta maldito en rehabilitación.