lunes, 4 de abril de 2011

Anti-héroe (04-04-2011)

Esta historia llega a su final. Llevo varios poemas pensando, pensando en mi vida y su rutina; y he llegado a la conclusión de que mis problemas, todo lo que me lleva atosigando desde que se me ocurrió poner un pié en amor (y eso se puede comprobar en mis obras anteriores), todo, incluso después de dejar de amar y pasar al odio,todo ha sido inútil.

Por eso, es hora de, no pasar página, sino de cambiar de libro y librería. Es hora del cambio. No un cambio físico (no me voy a vivir al Congo), pero será un cambio de perspectiva. Y esto lo represento en este poema. Quiero explicar un detalle del mismo, como hecho excepcional, porque es importante. A modo de metáfora, he pasado de ser el "héroe", el niño que buscaba el amor y que al no verlo, se presentó como el bueno de aquella película, y ahora es el "villano", el joven que ha abandonado su antiguo ser, y siendo el malo de la película, ha decidido cambiar de perspectiva.

He decidido madurar.


Escribo y borro el mismo verso.
Una y otra vez.
Me pierdo entre mis miles pensamientos,
que parecen ponerse de acuerdo
para pensar todos y no pensar a la vez.

Escribo y borro de nuevo.
Y la hoja se llena de blanco.
Nada sale con sentimiento,
ni siquiera aun mintiendo.
No voy a dejarlo,
pero me estoy hartando.

Supongo que algo me preocupa.
Supongo que algo va mal de tanto suponer.
Supongo que suponer no es una supuesta ayuda.
Supongo que más bien suponer es volver
a creer que, supuestamente, siempre hay una oportunidad.
O eso llego a suponer.

¿Pero por qué?
¿Qué estoy suponiendo?
¿Qué puede hacer perder
a mis versos entre unos enredos
que no parecen existir?
Es como si no quisiesen llegar a vivir.

Suponer ya es un esfuerzo sin final.
Creer, una memez.
Pensar, sólo lleva a más y más pensar.
Soñar, sólo hace que el ser humano
viva engañado.
Viva sin saber qué es la verdad.

Así que prefiero hacer,
simplemente hacer,
sin pensar, sin creer.
Para poder volar,
no me hace falta fe.
Me hacen falta alas.

Duda.
Destino.
Culpa a quien te dé la gana,
pero sé que no hay cura
para la estupidez humana.

Ni para la del mundo,
ni para la mía.

Me llevo las manos a la cabeza.
Intento, en vano, alejar mis ideas.
Pero es tarde, y con osadía
invaden mi certeza.
Invaden mi conciencia.

Telarañas de recuerdos
se tejen de repente.
Miles de ellos me detienen
y me dan miedo,
me dan pena.

Tanto, por tanta nada.
Nada, para tanto.
Luché, luché, y me parece en vano.
Caí, caí, ya sin ganas
de nada.
Nada.

Pienso, pienso.
Cada idea me duele cada vez más adentro.
Pienso, pienso.
Y lo que siento,
está lejos, muy lejos.

Un yermo de cristal
que empieza y acaba igual,
con un destello plateado y gris.

Zapatos desgastados sin querer
de tanto correr, de tanto correr
tras un sueño que nunca llegué ni a percibir.

La vista cansada busca un verso
que traiga de vuelta la paz.
Pero la boca, seca, sólo llena de miedo,
sólo suelta un grito ahogado,
nada más.
¿Por qué?
Pregunta sin respuesta.
Sólo pido una explicación
a tanto, a tan poco creer.
Necesito saber
qué he hecho yo
para todo esto merecer.

Maduraré
en cuanto pueda sentar mi cabeza,
mirar atrás y de los errores aprender.
Hasta entonces, una parte de mí está muerta.
Una parte de mí desaparece
y queda oscuridad.
Una oscuridad que crece.

Pero, pero.
Me engaño si creo que esto es el final.
No lo es, ni mucho menos.
Simplemente he dicho,
en este poema entre sombras,
en todo lo que he escrito,
una nueva realidad, quizás tenebrosa.

Una realidad
donde de mis cenizas, sin reparos,
no nace un héroe,
sino un auténtico villano.

Ya no camino perdido en la noche.
Soy la noche.
Y no volveré a perderme jamás.




2 comentarios: