martes, 10 de mayo de 2011

Porto Nova (10-05-2011)

He aquí mi último poema de la temporada, por así decirlo. Será el último de mi larga saga personal que empezó cuando comencé a escribir tres años atrás, y culmina hoy. Viaje en Verso cierra como vivencia personal de mi existencia, y abre con una nueva perspectiva. Aún es una sorpresa, pero os digo que este es mi último poema basado en mi vida. Vendrán más poemas, pero ninguno contará nada sobre mí. Así pues, disfrutad del final de mi viaje; y sólo os digo "hasta la vista"...

Y lo primero que escuché
fueron las gaviotas.
No la mar ni el pasar del tiempo,
sino una simple ave que
anuncia la costa.

¡Tierra! ¡Tierra!
Por fin, arribaba a puerto.
Mi barca pasó de las olas muy cerca
para después, ojalá sea cierto,
llegar a una nueva era.

¿Largo el camino?
Vaya que si lo fue.
No recuerdo más allá de quejidos,
de olas, más agua y más agua llover.
Mi barca aguantó, sí pero casi no lo consigo.
Casi le hago una visita a los abismos.
Casi me toca tener que volver.

Sonrío,
medio cansado,
medio dormido.
Me fijo
en los grandes barcos
y en los veleros de río.
Admiro y admiro
la belleza de este puerto.
Aquel que lleva escrito
en la frente “lejos”.

El sol saludaba la mañana,
y daba la bienvenida
a los viajeros y a la esperanza.
Yo, en mi barca,
entre risas,
me alegro de, simplemente, llegar.

Qué ganas tengo de poner
un pié en la ciudad.
Harto de mojarme y bañarme sin querer.
Harto, en general, del agua de mar.

De pié sobre mi barca,
erguido ante el puerto, sin más,
desafiante y con ganas
del mundo devorar
y disfrutar de verdad.

Puerto nuevo,
vida nueva.
Y tras el cielo,
más allá
de las altas velas
de mi barco en la mar,
un azul nuevo.

Celeste bajo mi barca,
celeste sobre mi cabeza.
Vientos mi mente relajan
y empujan lejos, hacia las lejanas praderas.
Verdes claros de un mañana.

Tan sólo un par de olas
me separan de la aventura.
Me trae sin cuidado qué se me augura.
A los problemas los saludaré con un “hola”,
y los despediré tan veloz
que ni tan siquiera percibiré su olor.

Buena nueva, amigo, buen proceder
me depara tras la deriva.
Más allá de los destellos del atardecer
se halla la aventura de tu vida.
¿Y me la voy a perder?

Ironías
hacen que empiece como acabé.
Bajo la lluvia amarga corría
hasta que alcancé
la orilla
de una nube que me llevaría
hasta un lugar donde ver
cuan bello alzar el vuelo es.

Y sin alas,
pues para volar en la vida,
sólo hace falta
una chispa de ganas,
y paracaídas.

Nubes, esperadme si podéis.
Pronto, os seguiré los pies
por las colinas
de este nuevo mundo por ver.
No os preocupéis.
Jamás me cansaré de correr.

Mar, hasta la vista.
Pesado ha sido el viaje,
pero no tan duro el oleaje.
Nos veremos, no en balde
tú y yo nos conocemos
mucho antes de lo que queremos.

Te doy una pista.
Mi viaje acaba con mi ida.
Y espero que mi vida
tarde en caer.

Así pues, mar,
te dejo al cargo de mi barca.
Creo que ya no la voy a necesitar.

Supongo que nos veremos algún día de mañana
pero sin prisas, déjalo estar.
Ya pasaré por aquí cuando me vaya.

Aventura, he aquí a tu digno rival.
No me lo pongas fácil, déjame disfrutar.
Ya verás que nos vamos a divertir.

Es hora de dejar de mirar la hora
y por fin, reír
que la vida es una sola.

Puerto nuevo,
vida nueva.
Y tras el cielo,
más allá
de las altas velas
de mi barco en la mar,
un azul nuevo.




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