viernes, 3 de junio de 2011

Historia de una Espada Quebrada - PRÓLOGO

Y todo será oscuridad y nada.
Todo entre nieblas,
densas y tétricas,
como aquella larga mirada.
Larga, pero sin nada.

Cae la noche y su manto.
Cae el cielo azul
y deja paso a destellos estrellados.
Cae el día y su gratitud
ante la luna y su cantar.

Oscuridad.
Niebla.
¿Ves algo más
aparte de esta
estúpida idea?

Soldado.
Guerrero.
Por mil batallas, caballero.
Da igual los halagos.
Cuando el fin del mundo llegue,
dará igual.
Dará igual, créeme.
Pues esta espada quebrada te comprende.

Pero dará igual.

El dolor mueve la guerra,
la guerra, la violencia,
la violencia, la pérdida,
la pérdida, el olvido y más guerra.

Dará igual.
Porque aunque mi espada
descanse por siempre,
otros levantarán
la mirada de la venganza,
dará igual que me arrepiente.

Todo volverá a empezar.
Fuego, fuego, con o sin querer,
el mundo devorará.
Y mil batallas después,
te lo volveré a preguntar.

¿Lo puedes oír?
¿Seguro que sí?
¿Sí?
Ahora entiendes.

Abre las ventanas.
Escucha el viento.
Con ganas, oirás por un breve momento
cómo se desgarra
el mundo entero.

Odio y dolor
carga el alma humana.

¿Honor?
Desde el Medievo no oigo hablar
de tan cualidad
tan vana.

Espadas alzarán el vuelo.
Tantas como se alzaron antes.
Mi pequeño esfuerzo
sólo hará más grande
mi remordimiento.

Dará igual
el sudor de mi frente,
mi solitaria lágrima.
Dará igual.
De qué sirve tener tanta audacia.

Soy sólo uno contra todos.
Ni yo apostaría por mi victoria.
Por bobo,
perdí lo que más quería.
Ni yo lloraría
por una batalla siempre perdida.


Olvido, llévame.
Dime de qué puede servir sentir
en un mundo lleno de polvo.
En un mundo sordo
a todo vivir.

Intenté continuar,
lo sabes, aunque no me quieras creer.
Pero, por mucho que lo pude intentar
mis lágrimas no me dejaron ver
nada más allá
de mi propia espada,
quebrada.

Olvido, llévame.
Y si no lo haces,
dame un motivo para levantarme
una vez,
sólo una última vez.
Tienes que darme
una razón para no querer
desaparecer.

Olvido, ¿qué has decidido?

Olvido…


(…)


Je, que así sea.
Esta espada
aún le queda una última palabra
que desea
decir al mundo:

“¡Púdrete en el infierno, mundo,
pero no antes de dejar acabar
a este quebrado moribundo!”

Y ahora me toca levantar.
Esto no ha terminado
ni lo hará.
Ojalá estuviese equivocado.
Pero nunca será,
nunca,
más que un simple ojalá…
Y te lo puedo asegurar.

Nunca.

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