lunes, 7 de mayo de 2012

Detalles en el Cuadro del Cielo (07-05-2012)


Siempre quedan esos ínfimos detalles.
Puntos de un cuadro sin pintar.
Claros en el bosque del lejano valle.

Tonos grises inundan el cristal,
entre mi mirada y mi reflejo.
Siempre quedan preguntas sin respuesta,
palabras nunca resueltas.
Siempre le das las mismas vueltas,
mientras el problema nunca se termina de zanjar.

Se convierte en rutina la rutina,
y el cielo parece aburrirse igual.
Pasa el tiempo, y no pasa,
como si nadie se cansara de ver las mismas sonrisas.
Como si el futuro se hubiera disuelto.

Ando hoy y lo haré mañana,
bajo el mismo tono gastado.
Torna la luz del sol en gris,
y como si nada,
nada ha pasado.

¿Dónde está aquel bello matiz,
ese detalle expresionista
que resalta entre la monotonía?
Algo que reescriba lo que una vez sentí.
Algo ínfimo, un simple destello
entre las miles de gotas de lluvia gris.
Algo realmente bello.

Ando hoy como mañana,
por el mismo camino que ayer.
Mientras las nubes gotean,
bajo el paraguas, pienso.
Entre ideas y remordimientos,
busco aquello que no aprecio a ver,
descifrando la manera
de hallar entre las miles de estrellas.

Amaina, y el cielo se despeja.
Se detiene el tiempo.
Reparo así en el escueto reflejo
de mi mirada entre el agua de lluvia.
Y aquel doble del charco se hace las mismas preguntas.

¿Y dónde se halla aquel ínfimo detalle,
un cuadro dentro de una pincelada?
¿Dónde puedo encontrar entre este desastre
los colores con los que pintar mi mirada?

Devuélveme la palabra, reflejo,
y dime si tras la simetría,
alcanzas a apreciar alguna diferencia.
Una pista, un simple destello,
algo que tiñe el gris del cielo.

Porque debe de existir un detalle
que empañe de color la monotonía.
Y aunque no me respondas, reflejo,
seguiré buscando sin desanimarme.
Por un simple atisbo de color, viviría.

El instante surrealista terminó,
y la realidad regresó, rauda,
a la par del tiempo, que arrastra de nuevo al viento.
Ondas deforman mi imagen en el agua,
y sin más, me fijo en el horizonte.
Así, sin norte,
me lo vuelvo a preguntar.
Una vez, otra y otra más.

Porque siempre quedan esos ínfimos detalles.
Puntos de un cuadro sin pintar.
Claros en el bosque del lejano valle.
Auténticos desacuerdos con el tono gris-monotonía,
que devuelvan al cielo su amor.
Y sigo preguntándole a la lejanía
dónde estará ese bello color.















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