Como
esos sueños al anochecer
que
te hacen temblar de terror,
caigo
en la cuenta con estupor
de que
las luces no quiero encender.
Las
estrellas se marchan.
La
Luna avanza.
Nubes
que cabecean
se
dejan
llevar
por el viento.
Hace
tiempo
que
la noche no se aclara.
Puedo
sentir cómo se adelanta.
Aquellas
constelaciones
que
una vez me guiaron al mañana.
Ahora,
sólo siento esos eones
pasar
como si nada.
Mágica,
pero distante.
La
noche abre la brecha
entre
mi luz y mi oscuridad.
De
veras
pienso
que nada queda más adelante.
Puedo
sentir el espacio
que
queda a la ida.
Puedo
ver el leve paso
que
queda ante la caída.
Si
hay alguien ahí,
espero
que vea que me tengo que ir.
No
siempre
pasa
lo de siempre.
Nunca
ocurre dos veces.
Nunca
ocurre siempre
lo
que uno quiere.
Nunca
ocurre sin un motivo aparente.
Siempre
toca creer.
Pero
es difícil ver
sin
darme una señal.
Fría,
a veces ausente,
recuerdo
paredes más consistentes.
Como
brisa,
peina
mi tristeza
y se
lleva aquella agradable risa
a
una garganta vacía.
La
noche.
Cuánto
se pierde al anochecer.
Qué
derroche.
¿Qué
pensabas que iba a suceder?
Cae entre el horror.
La Luna destroza el firmamento,
y todo cambia de color.
Despierto,
pero parece que sigo en un sueño.
Porque no soy capaz de creerlo.
Cómo se me escapa entre las cenizas.
Un mundo aparte al mío.
La Luna destroza el firmamento,
y todo cambia de color.
Despierto,
pero parece que sigo en un sueño.
Porque no soy capaz de creerlo.
Cómo se me escapa entre las cenizas.
Un mundo aparte al mío.
Entre
la lejanía
y el
distante infinito.
¿Por
qué me quedo a las puertas
y me
tengo que contentar
con
oír tras ellas?
Quiero
poder entrar.
Escuchar
tan sólo una leve melodía
de
lo que una vez
fue
una sinfonía.
Quiero
poder querer.
La
única lágrima del desierto
se
me disipa entre mis manos.
Pido
que no se vaya de mi lado,
pero
sólo veo su estela en el viento,
mientras
tras el horizonte me deja.
Y
con el rayo final
del
atardecer,
se
levanta la luna nueva,
y me
queda esa pregunta sin respuesta.
Esa
que no quiero contestar,
y
así se va a quedar.
No
siempre
pasa
lo de siempre.
Nunca
ocurre dos veces.
Nunca
ocurre siempre
lo
que uno quiere.
Nunca
ocurre sin un motivo aparente.
Siempre
toca creer.
Siempre
parece lo que no es.
Nunca
es siempre lo debido.
Siempre
es lo que nunca ha sucedido.
Y
aunque todo sea en balde.
Siempre
diré,
que
por una sola gota,
todo
me vale.
Pero
es difícil ver
sin
darme una señal.
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