Lo que no te derriba,
te hace más fuerte.
O eso dicen.
Tras miles de tiros a mi mente,
otra bala no me podrá matar.
Esquina a esquina,
puerta a puerta.
No paro de ver la misma escena.
La función termina,
pero tengo la sensación de que volverá.
Y como protagonista forzado,
me toca actuar.
Me siento un chiste.
Me siento un paralelismo
Me siento un paralelismo
con una tragicomedia.
Destino, no sé que me pides,
pero para tus indirectas.
No quiero ser sólo pena.
Desordenado,
hipérbaton de existencia.
Desgarrado,
en busca y captura.
Tengo la certeza
de que la comedia no cambia nunca.
Y mientras tanto, discuto con la
ironía.
Esquina a esquina,
la misma escena.
Puerta a puerta,
nada parece variar.
Quizás tengas distinto mote,
pero no voy a volver a errar.
Y mientras busco una respuesta,
me pierdo sin saber la hora.
Como un reloj sin cuerda,
llevo la cuenta de un tiempo inventado
Me cuesta.
Lo admito.
Me cuesta darme cuenta
Me cuesta darme cuenta
de que las reglas no me ayudan.
Pero insisto.
Debe haber alguna respuesta,
escondida entre metáforas.
Errar es rutina.
Caer, una certeza.
Pero vivo en estado de emergencia.
Siempre un arma bajo la almohada.
Siempre a mi espalda paracaídas.
Y bajo mi piel, una armadura de acero
emocional.
Desordenado,
hipérbaton de existencia.
Desgarrado,
en busca y captura.
Entre los focos del espectáculo,
me convierto en una simple aliteración,
bendecido por la ironía.
Y sin embargo,
me hubiera gustado tener alguna razón
para no escribir.
Pero casi por encargo
acabo por redactar el guión de mi
actuación.
Pero, en fin, no cabe duda en la
incertidumbre.
No basta con querer.
No basta con saber.
Fallar no es una opción,
pero siempre acabo por perder.
¿Qué le falta a mi ecuación?
Siempre se hace lo que se puede, ¿verdad?
Pero no existen héroes en las
comedias.
Siempre acabo con tiroteos en mi mente.
Y esta paradoja da pena.
Casi puedo oír las risas.
Casi puedo notar la broma.
Casi, pero no.
Ya es la hora
de cambiar de pista.
Y caeré mil veces más.
Viviré una vida de novela,
pero no me pienso quedar
en este chiste de miseria.
Búscate a otro que se ría.
Reutilizado,
como una broma de mal gusto.
Enfurecido,
como un auténtico villano,
un recurso de ironía pura.
La escena cederá a mis pies.
Los focos saltarán en mil pedazos.
El público se estremecerá
mientras sobrevuelo sin saber
cuántas leyes físicas me llevo a mi
paso.
Harto de esperar.
Harto de mi reloj.
Pondré yo la hora a partir de ahora,
y repito, no soporto esta macabra
situación.
Destino, búscate a otro para tu
actuación.
Este chiste se acabó.
Ya era hora.
Reutilizado
Enfurecido.
En la mirada
el brillo de la determinación se ha
encendido.
Porque, ¿acaso sabes con quién estás
hablando?
Llámame sin razón loco,
pero la supuesta cordura de esta
comedia me sabe a poco.
Desordenado,
hipérbaton de existencia.
Desgarrado,
en busca y captura.
En una extraña mañana,
dicto ahora mi propia duda.
Con una nueva espada,
no temo más a esta comedia.
¿Y por qué debería?
Estoy bendecido por la ironía más
absoluta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario