sábado, 26 de mayo de 2012

Dedicatoria Ausente (26-05-2012)



Nunca sabré
si entre el infinito oirás estas palabras.
Pero igualmente, grito al ceder.
Grito mudo ante la oscuridad destartalada.

Nunca sabré
qué ocultaron tus caricias amargas.
Pienso igualmente en el quizás,
que me consume con frialdad.
Cuánta duda puede albergar el alma.
Cuánta, antes de dejarse vencer.

Nunca sabré
qué pude realmente hacer.
Impotentes ante el destino
se muestran mis desgastadas manos,
impotentes ante el infinito.

Nunca sabré
absolutamente nada,
la última palabra murió en mi garganta.
Como crónica de una anunciada muerte,
de la tumba, el sueño tornó en pesadilla.

El frío de la soledad
corroe todas las esquinas.
Cada sombra del pasado,
un fardo más a mi espalda.
Y todo su peso me acabará por matar.

Ha perecido la suerte
bajo una telaraña de ironías.
Y ahí queda, sin vida,
mi devastada mente.
Un inmenso yermo nuclear.

Nunca sabré, nunca,
el secreto tras las miles de dudas.
Nunca sabré, nunca,
qué hubo de verdad en esta locura.

Nunca sabré
por qué tanto dolor no desaparece.
Por qué la herida perdura.
Quizás nunca pueda desaparecer de mi mente.
Quizás este sea el castigo que mis actos merecen.
Pero cierto es
que mil puñaladas al corazón
cura no tienen.

Nunca sabré
si entre el infinito oirás estas palabras.
Nunca sabré
si alguna vez no recordaré al alba.
Y por mucho que lo pueda intentar,
nunca lograré esa mirada gris cristal
poder de nuevo mirar.

Nada, nunca.





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